jueves, 4 de diciembre de 2014

Los amantes salmantinos.


Tras dejar a sus espaldas
el transitado corrillo,
por la Rúa, ya se acercan
los amantes salmantinos.
En la fachada, turistas
buscan la rana perdidos,
los amantes se sonríen,
lo conocen desde niños.
Los bares de la Latina,
una pausa en su camino.
Tirando hacia Tentenecio,
ya se siente cerca el río.
-Cruz de los ajusticiados-
justo allí se han detenido;
ni la timidez manceba
ni los ojos del gentío
detienen sus bocas jóvenes,
al despertar la libido;
labios en tocata y fuga,
besos que olvidan el frío.
Sin apenas darse cuenta
el día se ha dormido,
por la ribera del Tormes
diez dedos marchan unidos,
a su izquierda la casa Lis,
recordando el modernismo,
y hacia el fondo a la derecha,
la automoción logra un sitio.
Las aceras de San Pablo
prosiguen su recorrido,
hasta que Colón señala
dirección al paraíso.
Recordando sus anécdotas
viviendo para si mismos
se cuelan en la Gran Vía
no sin besos repentinos.
La noche les acaricia,
son amantes salmantinos.

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