martes, 24 de junio de 2014

Soneto IV. Vis a vis con los recuerdos.

Vis a vis, yo y tu fría calavera.
Tus suspiros, ¡menuda paradoja!
tus suspiros que la mentira forja
y que se tropiezan por mi escalera.

Vis a vis, lo de dentro y lo de fuera.
Aún te escribo con seca tinta roja
versos madurados por mi congoja;
congoja que no arde en ninguna hoguera.

Cuando tus labios eran mi Ambrosía,
cuando tus ojos eran mi Leteo
y yo remaba con mi poesía.

Cuando mi corazón no era ateo;
recuérdamelo así, vida mía,
antes de morir mi último deseo.

martes, 3 de junio de 2014

Ellos decían...

Ellos decían, que cuando reía,
bailaban un tango sus corazones,
bailaban todos al son de su risa,
el reír que levantó mil pasiones.

Ellos decían, que sus ojitos pardos,
brillaban como dos lunas de arcilla;
pardas lunas que jugar pretendían
con la negra bóveda al pilla-pilla.

Ellos decían, que a través de sus manos,
se coronan auroras de ternura,
tal como el rocío corona las flores,
flores coronadas en la espesura.

Ellos decían, que cuando caminaba,
su paso sonaba como un canto,
que sus pies al suelo, le dedicaban;
y sus huellas pintaban un retrato.

Ellos decían que no la conocían,
yo respondí: Yo la veo cada día.