lunes, 19 de mayo de 2014

Soneto II. Desengaños

Bríndame, ángel, una encrucijada
de sinsabores y oscuros castigos;
haz de tus mentiras mi único abrigo,
de tus caprichos, misión obligada.

Acordes me invaden de madrugada,
acordes de tu voz que anda conmigo;
de repente, al despertar persigo
tu fragancia entre el aire impregnada.

¿Y donde escondes, tú, boca escarlata
la llave para tu jardín arcano?
Pregunté tras beber de mi petaca.

Con la fuerza del volcán Siciliano,
cada noche la cólera me ataca,
cada noche estoy de ti más lejano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario